Aún quedan en pie muestras de las antiguas murallas romanas, que encerraban el recinto de la Ciudad en un cuadrilátero que fue rodeado de construcciones y más tarde deformado en las restauraciones de Alfonso V y Alfonso IX, con apertura de nuevas entradas a la Ciudad.
Están regularmente conservadas desde la Torre llamada de los Ponces, detrás de la Plaza Mayor, hasta Puerta Castillo, y desde aquí hasta la Torre de San Isidoro.
Su fábrica de canto rodado y argamasa con muchos sillares grandes y consevando en grandes lienzos su sillarejo primitivo.
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